
Te escondes cuando te busco, me encuentras cuando me asusto, vuelves cuando menos te lo espero y hulles cuando tienes miedo.
Mis pupilas buscan ese camino por el que actualmente recorren a ciegas, sin ninguna luz que les guía y palpando sus aceras; esos árboles monstruosos y esas grietas del camino, no siempre se puede estar alerta de los peligros. Así me guío, por mi cuerpo congelado y mi corazón ardiendo esta noche de otoño como si fuese pleno invierno, en un lugar sin nombre y sin palabras acordes.
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